Pero, tal y como dice el sabio refranero, está claro que cuando los ojos no ven el corazón no siente, y puesto que, como acabo de decir, la hambruna no da bien en la tele, parece que el problema es menos grave. Al fin y al cabo, ¿qué importan unos cuantos negros subdesarrollados? Si se mueren de hambre es porque tienen lo que se merecen porque son unos salvajes que están continuamente en guerra, ¿o no?
Lo que muchas personas todavía ignoran es que detrás de las “guerras incivilizadas” de las que son víctimas millones de personas inocentes están los gobiernos de los civilizadísimos países occidentales, a quienes les interesa mantener bien activo su mercado de armas y que, además, controlan también el mercado de alimentos. Y cuando hablo de mercado de alimentos no me refiero aun mercado en el sentido doméstico y tradicional del término, sino en su atroz sentido capitalista: el de la especulación pura y dura. Así pues, el precio de los alimentos no se determina en función de la demanda, sino en función de los inversores que especulan con ellos como si fueran activos intangibles, sin detenerse a pensar en los millones de muertes que sucederán a cada una de sus brillantes operaciones comerciales: cada vez que en la Bolsa de valores de Chicago –en la que se determina el precio de los alimentos a nivel mundial- alguien gana millones de dólares invirtiendo en cereales, millones de personas mueren en el llamado Tercer Mundo (he aquí un interesante análisis al respecto publicado en la web 10Informeonline, aunque existen muchos más, todos ellos de fuentes bien documentadas).
Algunas organizaciones católicas y ONG laicas han iniciado campañas de emergencia para atender a los millones de víctimas de la terrible situación de hambruna que en los últimos meses está castigando severamente a los países del Cuerno de África (Etiopía, Kenia, Somalia, Uganda y Yibuti) y por otras zonas como Tanzania y el recién independizado Sur Sudán. Todos estos países se han visto afectados por una sequía que sólo ha venido a agravar su ya endémica crisis alimentaria. Cualquiera que quiera colaborar en estas campañas de emergencia puede hacerlo mediante ingresos en las cuentas habilitadas para ello (al final de este post incluyo la que he encontrado de Cáritas, pues son las únicas cien por cien fiables de las que dispongo). Dicen los cooperantes que sólo el dinero les ayuda, porque cualquier otra iniciativa (como la de recoger alimentos para enviarlos allí), resulta inoperante.
Personalmente ya he hecho mi aportación, pero eso no aligera mi conciencia ni hace que me sienta menos responsable. Mientras con mi estilo de vida, con mis actos, con mis decisiones financieras y, sobre todo, con mi pasividad, siga haciendo la vista gorda y permitiendo que la banca, la especulación y la política mantenga su sangría sobre tres cuartas partes del planeta a fin de que una minoría siga engordando y gastando dinero en liposucciones, coches, casas y zapatos de precios obscenos, mientras nada cambie, mis manos, como las de todos los que habitamos el flanco privilegiado del planeta, seguirán manchadas: seguiré (seguiremos) siendo culpable(s).
Cuentas corrientes de emergencia habilitadas por Cáritas:
Banesto: 0030-1050-54-0017493271Información obtenida en el diario GuadaQué
Caja Sol: 2106-1810-19-3035464037
Caja Rural de Toledo: 3081-0300-56-1104225428
Bancaja: 2077-0893-68-1100392138
La Caixa: 2100-2359-81-0200130702
Ibercaja: 2085-7605-91-0300321994
Banco Santander-Central Hispano: 0049-6774-61-2616047043
Barclays: 0065-1027-68-0001001554
Caja Navarra: 2054-0337-95-9142964921
Caja Inmaculada: 2086-0154-01-3300005623
Caja Madrid: 2038-4400-98-6000539542
Caja Castilla -La Mancha: 2105-0600-28-1240002647
2 comentarios:
Felicidades por tus ultimas actuaciones y tambien por las atinadas reflexiones sobre el 15 M, reflexiones que, por supuesto, comparto del todo (y disculpa la ortografia de este ordenador prestado).
Un abrazo.
¡Hola, Gracia!Es terrible, y por desgracia la miseria y el hambre no sólo están en paises pobres, si no en paises mal gobernados, con grandes recursos pero injustamente distribuidos. Un beso, guapa, S.
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