martes, 15 de abril de 2008

Concierto de Cuerda I

Contrabajo

Para llenar mi generoso pecho
de padre que vigila atentamente
los pasos de sus hijos
y con su voz de roca los conduce
los abraza, los duerme
los despierta…
necesito de ti.

Necesito tu pulso que en el mío
palpita con un alma de montaña,
que me vuelve gigante,
Orión interrogado por las musas
detrás del firmamento.

Tú que arrancas de mí versos tan tristes
como ballenas blancas
o acaricias la crin de mi silencio
para hacerme temblar,
abárcame,
comprende,
confúndete en mi ser
transpositor
de cuerda.

3 comentarios:

nuria ruiz de viñaspre dijo...

Música tan profundamente escuchada que ya no se la escucha, porque uno es música mientras vive... Tu poema es intensamente tenso, como las cuerdas de tu contrabajo. Enhorabuena. Me lo quedo. Y me quedo sobre todo, en la tristeza de tus ballenas blancas, siempre y en tu Orión eternamente interrogado.

Rafa dijo...

Tu pulso es el marcapasos de mi corazón,
que como la roca sólo brama cuando atacan su montaña,
y es partida en dos
para en un salto mágico, a lomos
del surtidor de las ballenas blancas
y en el inmenso tapete del universo
alcanzarte en tu ritmo de poeta
y enlazados por la cintura, reírnos
por mi torpeza en la danza, matizada
por el amor de padre.

Un beso, sigue escribiendo, mi vida
lo necesita para seguir viviendo, como
las plantas necesitan el agua.

Gracia Iglesias dijo...

¡Qué cosas más bonitas me decís! Soy una privilegiada.