domingo, 22 de abril de 2007

Distintos métodos...

Todo empezó con unos elefantes luminosos que bailaron un vals y se desperdigaron por Lavapiés, mientras el público que llegaba a Amargord iba dejando ver su heterogeneidad en un abanico que abarcaba desde los 5 hasta los 73 años, y Paco Sevilla se ponía el gorro de maestro de ceremonias.

Entre bambalinas –hoy está más de moda decir en el “backstage”– la domadora se preparaba, con el pelo cubierto de laca plateada y envuelta en una nube de purpurina azul. Esa noche tenía que meter toda la poesía, toda la magia, todo lo grande que ocurre en este mundo, entre las blancas páginas de un libro muy pequeño, y demostrar a todos que realmente existen “Distintos métodos para hacer elefantes”.


Una joven surgió de entre las sombras; era Laura Rincón buscando su elefante igual que un día Silvio buscaba su unicornio. Paco le dio el sombrero y algo después apareció la “diva” exigiendo que de una vez por todas empezara la doma. Aquello sucedió a las diez y pico.



En la penumbra comenzaron a dibujarse formas y los paquidermos poblaron poco a poco las paredes, mientras los versos se deslizaban por los resquicios del club. Aparecieron elefantes grandes, pequeños y medianos, de cielo, de fuego, de tierra, de música…, elefantes viajeros y elefantes suecos, algunos con tacones y otros tristes, elefantes filósofos y enamorados, crías y ancianos, mágicos, reales… y también algún pájaro, ángeles y sirenas. Y cuando el lugar estuvo tan lleno de seres que no cabía un alma, la función terminó con un aplauso.

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