sábado, 10 de febrero de 2007

Por los niños de la tierra

Cuando bajé del ave –que traía un cargamento de periodistas y algún que otro político, para la cumbre de la OTAN-, Sevilla lloraba emocionada porque sabía lo que iba a pasar esa noche en el café-teatro Platea: había llegado La Domadora de Elefantes. Resplandeciendo en plata, la ciudad me contó en su idioma de coches y naranjos que me había echado de menos, mientras mi amigo Villarán, el Conductor de Nubes –también conocido como el Cangrejo Pistolero–, me llevaba de un lado para otro presentándome a cuantos poetas, editores, artistas, libreros y personajes de singular valía nos íbamos cruzando en el camino.

Anocheció. No hacía frío. La lluvia dio paso al humo y los poemas. Antes de comenzar el acto, en el que se iba a presentar en primicia mi libro “Distintos métodos para hacer elefantes” (Ed. Amargord), Nuria Mezquita (alias Dalton Trompet), nos sorprendió con su adicción al inflado de globo a pulmón libre; una modalidad deportiva que todavía no es olímpica, pero todo se andará. Jesús Vega, el tercer miembro de la Carolain Band –cuyo nombre real es Yellow Ping–, demostró públicamente que aquella era su primera vez… atando largas tiras de coloridos globos, se entiende (disculpad, por favor, la redundancia, pero el sinónimo más parecido a globo que encuentro en castellano es condón y, en este caso, no creo que se ajuste fielmente a los hechos).

Después cerré los ojos, y por eso no sé todo lo que ocurrió. Tan sólo puedo hablar de los murmullos; de una presentación que incluía elefantes a dos voces, tigretones y montaítos de caballa; luego las explosiones y los versos, y el sonido de mi respiración.

“Voy a acabar con esto. ¡A la mierda!, ¡por los niños de la tierra!”, la ebriedad de la noche había dado voz a un hijo lúcido que se me abalanzó, “¡ahora voy a explotar todos los globos!”, y ambos rebotamos: él contra mí, yo contra la pared. Una lástima. No se explotó ni uno. Fin de la primera parte.
(por cortesía de Yellow Ping)

En la pausa recuperé la vista y descubrí a mis pies los cadáveres de cien iris de goma y una cosecha de palabras nacidas de sus vientres que tapizaba el suelo. Tras bebernos la espera en vaso alto, sonó el vals de los elefantes y tuve que bailar… y recitar… y hablar… Juan Carlos Gordillo, con su hipnótica voz, subió a leer un poema conmigo; también se animó Nuria. “Poetas en Platea”. El tiempo se escabullía entre las patas de las sillas; se deslizaba hasta el suelo desde las mesas cansadas; se trenzaba en el corsé de alambre del maniquí descabezado que presenció la obra desde principio a fin. El último baile llevó sombrero de copa.

(por cortesía de Yellow Ping)

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2 comentarios:

juan dijo...

imposible no pasar por aqui para dejar un comentario, por pequenio que sea... llegue tarde, en algo me habia entretenido y cuando entre al bar una barrera de personas estrechaban aun mas, el de por si estrecho pasillo del Platea... me resigne a escuchar todo desde la barra... pero cuando pensaba que podria beberme mi cerveza tranquilo, de pronto, el destello, el crepitar de un verso precioso y preciso: "en tus manos el don aterrador de la belleza; dormida toda la luz"... pense inmediatamente en Rilke... a partir de ese momento ella y el estarian emparentados en mi memoria... si vale de algo, decir que soy incondicional de Rilke, ergo... primer destello de lo que seria la noche... vuelvo a transcribir el verso que escuche y que sigue dejandome ciego de inmensa felicidad (la dicha de escuchar una verdad): "en tus manos el don aterrador de la belleza; dormida toda la luz"

juan dijo...

luego vino la segunda parte... verla bailar, como hechizada por su propia fuerza y belleza... esperar a que se calmara su agitada respiración y escucharla leer, al azar, distintos poemas de su libro "distintos métodos para hacer elefantes"... comenzaba la segunda parte... yo me había acercado para escucharla, esta ocasión no habría muro que me detuviera...en algún momento de la noche sugirió que se subiera a leer quien quisiera, para llenar los huecos, mientras ella buscaba este o aquel poema... cómo negarse a esa invitación? Tener un verso suyo en mi boca sería, lo sabía con seguridad, una delicia... tarde, interrumpiéndola, me subi a leer uno de los miles de papelitos que estaban regados por el suelo... recogi uno al azar (el azar que nos depara tantas sorpresas) y decía lo siguiente:
"no sé si tiritabas al borde de un bostezo o si bailabas la danza de la espuma, pero el breve retrato de azogue te sorprendió besando. Y sé que después, bajo el agua, borraste de ti la última caricia de una pálida amante perfumada. Al regresar, trabajo fue la excusa. No pregunto más la esposa que aguardaba desnuda en vuestro hogar de porcelana"... es que a alguien le queda alguna duda de lo que sucedió aquella noche?... repito:
"no sé si tiritabas al borde de un bostezo o si bailabas la danza de la espuma..." (Gracia Iglesias)