Ya estoy de vuelta. He regresado a esta casa de palabras tras un pequeño exilio de ocho días que me ha tenido alejada de vosotros, mis queridos elefantes, y ahora me enfrento a la difícil tarea de abrir la maleta de mi corazón y encontrar un lugar para todas las cosas valiosas que traigo en ella.
¿Cómo escribir aquí todo lo que he vivido en estos días? Los recuerdos se agolpan, desbordan mis sueños y se precipitan en millones de pequeñas historias que merecen ser contadas con detalle. Después de pasar más de 80 horas encerrada en una caja transparente en medio de una transitada plaza de Sevilla, y de los tres días posteriores en los que, además de ser testigo del gran acontecimiento cultural que ha supuesto el II Festival Internacional de Perfopoesía de Sevilla, he recibido las más bellas muestras de cariño de cuantos contribuyeron a mi liberación e incluso de quienes sólo conocieron de oídas cuanto aconteció entre esas cinco paredes de metacrilato, me cuesta condensar en esta modesta bitácora lo que para mí ha sido, hasta ahora, la experiencia más dura y más intensa que jamás he vivido y al mismo tiempo, también una de las más hermosas.
Puede que por eso lo primero que he hecho antes de empezar a pulsar las blandas teclas del ordenador confiando en que su suave música y su rastro sobre la pantalla me inspiraran, ha sido ponerme a ver, por primera vez, algunas de las fotografías que me fueron tomadas durante la performance. Sólo algunas, porque han sido millones los flashes que contra mí se dirigieron en esos cuatro días en los que me transformé en una especie de bestia enjaulada, en una atracción de circo, o en lo más parecido a un oso panda: la atracción principal de un zoológico de provincias.
Los datos
El lunes día 16 de febrero de 2009, a las once de la mañana, me introduje en una caja de dos metros de largo por tres de ancho y algo más de dos metros de alto, formada por cuatro paredes y un techo de metacrilato de tres centímetros de espesor, y colocada sobre un suelo de palés forrado con moqueta amarilla, cerca de la entrada sur de la Alameda de Hércules, en pleno corazón de Sevilla. Mi entrada se produjo a través de una trampilla de unos 40 por 40 centímetros practicada en la parte superior de esta habitación transparente. Conmigo entraron en la caja un saco de dormir, una esterilla, un taburete plegable de tres patas, una lámpara eléctrica, varias capas de ropa de abrigo para quitar y poner –que me permitieran sobrellevar los momentos de frío y de calor–, y una bolsa de aseo personal con toallitas húmedas, desodorante y “jabón” de acampada, que es en verdad una especie de desinfectante a base de alcohol que no necesita ser aclarado con agua.
Salí de mi encierro el jueves día 19, cerca ya de las nueve de la noche, trepando por una pirámide de libros. Entre esos dos instantes transcurrieron más de 5.000 volúmenes que varios centenares de personas introdujeron en la urna en la que yo habitaba a través de una abertura de unos 20 por 40 centímetros, practicada en una de las paredes, que era, al mismo tiempo, la puerta de acceso a la bebida y alimentos que los propios ciudadanos me traían y el único lugar que me permitía hablar con ellos, razón por la que yo le di el nombre de “el locutorio”.
Pero además de eso, también se sucedieron frías noches pobladas de luces y de ruidos en la soledad de una burbuja que entonces parecía una casa sin paredes. Millones de ojos mirándome comer, y dormir, y desaparecer en el reducido espacio de un retrete que, además de contener un váter químico para mis inevitables necesidades fisiológicas, constituía mi único reducto de privacidad y la única sombra que se apiadaba de mí en las largas horas de sol que elevaban la temperatura del habitáculo a casi 45 grados entre las doce y las cinco de la tarde. Las manos negras y los pies agrietados por el polvo y el papel de los libros; las tablas duras y el dolor en el cuerpo; el entumecimiento de las piernas; el miedo algunas veces; las ganas de correr; la claustrofobia; y esa soledad extraña que sucede cuando, en medio de un mundo bullicioso, acariciada por la bondad de muchos gestos de cariño, deseaba que alguien me abrazara, darle un beso a mi esposo, sentir el aire fresco…
El vecindario
Con todo, cuando cierro los ojos y pienso en lo ocurrido, nada de todo eso se me viene a la mente y sólo soy capaz de recordar los nombres y los rostros de cuantos me regalaron algún gesto sencillo que me dio la energía para sobrevivir y superar la prueba.
Recuerdo a Pablo, el vagabundo, que me trajo la primera comida y me visitó cada día de los que fui prisionera de mí misma, me contó el cuento del pastor y la luna, me regaló el Himno a la Alegría con su armónica y hasta me trajo un libro para ayudarme a alcanzar la libertad.
Y a aquel amable jubilado llamado Antonio –después supe que también era poeta– que, viendo mi caja vacía, se propuso rescatarme él solito, y me trajo los Episodios Nacionales de Galdós en repetidos viajes, acarreando un par de bolsas con cuatro grandes tomos cada vez, porque era una pesada edición de lujo.
A Valentina, la italiana de la bicicleta, que cada tarde me hacía compañía con una brillante sonrisa y documentaba con su cámara de fotos la evolución del monte de palabras; y a aquella niña que me traía palmeras de chocolate para merendar; a un chico llamado Manuel, que me dio ánimos en el momento de más calor y me trajo la primera coca-cola, además de un bocadillo; y a un muchacho en bicicleta –me parece que se llamaba Fran– que me trajo el primer desayuno de parte de un amigo, quien más tarde vino a saludarme y cuyo nombre, creo recordar, era Alejandro.
A Nacho, Mario y todos los chicos del restaurante Al Solito Posto, que parecían querer que no cupiera por la trampilla de salida, a base de traerme comidas y cenas deliciosas y calientes que nunca hubiera imaginado disfrutar en semejante situación; y a Capuchino, que además de contribuir a esa labor, me prestó la música de su MP4, para que pudiera dormir acompañada.
En mis sueños recreo la visita de Lola, ya de noche, recordándome que a aquella caja le faltaba un vals. Y su regreso por la mañana, acompañada por un tropel de chicos y chicas del colegio Safa, que me leyeron versos de Alejandra Pizarnik, Rubén Darío y Blas de Otero. Con Lola –a la que conocí en mi “prisión” y espero volver a ver alguna vez– llegó también un ángel: una joven flautista llamada Clara, que llenó mi despertar de alegría y mis ojos de lágrimas tocando al otro lado del cristal el Vals nº 2 de Shostakovich, ¿os suena? ¡Mi vals! ¡Mi queridísimo vals allí, en Sevilla!, sonando para mí a las ocho de la mañana, al otro lado de una gruesa pared de plástico transparente.
Otro tropel de pequeñas manos se alzó hasta el "locutorio" una mañana en la que recibí la visita de una clase entera del antiguo colegio Padre Manjón. ¿Existe algo más hermoso que un montón de niños implicándose en una acción de arte? Sí: un montón de niños haciendo posible que otros niños, que viven muy lejos, tengan acceso a la lectura.
Tampoco podré olvidar a Miguel, el joven que rescató una silla mutilada; ni a esa pequeña corte de los milagros compuesta por un montón de personajes solitarios que encontraron en mi casa sin párpados un lugar en el que depositar sus esperanzas. Porque, de alguna forma, yo era su esperanza y mi libertad abrigaba la posibilidad de la suya.
Mi gesto de gratitud se extendería casi al infinito si tuviera que enumerar las manos que me trajeron sombra y bebida –además de la que me daba Pedro, que cada día me cambiaba el agua como a un hámster–. No cabrían aquí los rostros de cuantos pusieron su granito de arena en la obra, convirtiéndose en libertadores y al mismo tiempo en artistas, y, aunque fuera capaz de recordar los nombres, tampoco habría espacio para todos ellos. Por favor, que nadie se me enfade por no ser mencionado, guardo espacio para cada uno en algún rincón de mi memoria.
Deuda de gratitud
Sin embargo sí debo dar las gracias públicamente y de todo corazón a Antonio García Villarán y Nuria Mezquita, que un día soñaron con convertir Sevilla en la capital de la poesía escénica y lo han conseguido a base de muchísimo esfuerzo y sacrificio. A ellos les conté la idea de esta actuación un calurosísimo día de mayo de hace dos años, mientras tomábamos algo antes de ir a la Feria del Libro. Por aquel entonces yo dudaba que hubiera alguien tan loco como para apostar por mi locura, y expresé en voz alta mi certeza de que sería muy difícil llevar a la práctica “La habitación transparente”. Me equivocaba. Ellos sí están lo suficientemente locos o lo suficientemente cuerdos. Mi reconocimiento también a Pedro Miño, director general de Juventud y Deportes del Ayuntamiento de Sevilla, sin cuyo respaldo nada de esto hubiera sido posible.
Este año, además, he tenido el privilegio –sólo así puedo definirlo- de conocer a Elia Gan, una excelente profesional, incansable, perfeccionista y todoterreno que, además, es una bellísima persona. Ella fue quien se encargó de conseguir que la caja transparente ocupara su lugar en la Alameda de Hércules y, después, se preocupó por mí como una madre. Su amistad es uno de los mejores regalos que me llevo de este Festival.
Y, por supuesto, gracias también a Ana Arcas, que es una artista con mayúsculas; a la dulce Laura Rosal, que se multiplicó para estar en todos lados con su cámara certera; a Antonio (¡imprescindible!), Mar, Luci y Laura; a Javi Gato que se curó para poder arrojarme los primeros libros; a Sicu, que me hizo mucha compañía; a Jesús Vega (Yellow Ping) por sus inigualables vídeos; y a Lucía Cobos y Nuria Lupiáñez de Edere Comunicación, que se encargaron de dar proyección pública al Festival.
No quiero olvidarme de los vigilantes Luis y Paco, que velaron mis sueños, ni del oficial Juan Vargas, que puso todo su esfuerzo para protegerme.
Tampoco de Luis Pino quien, tras la pared invisible, conoció otro lado de mi creatividad. Él construyó un importante peldaño de mi escalera enviando dos cajas de libros en nombre de Algaida Editores, la única editorial que hizo una aportación al proyecto que, como ya sabéis, tenía además una finalidad solidaria, pues los libros recogidos serán enviados a los campos de refugiados del Sahara Occidental.
Además he de dar las gracias a la empresa Tepolac, que construyó sólidamente la “casa de cristal” en la que viví esos cuatro días tan intensos.
Work in progress
Tras salir de mi pecera, arropada por la impresionante presencia del dios Ganesh y por los cientos de personas que siguieron la cabalgata al ritmo de la batucada y los danzantes, se apoderó de mí una especie de Síndrome de Estocolmo que hacía que mis ojos se volvieran constantemente hacia aquel habitáculo que había sido mi hogar durante tantas horas.
En medio de la Alameda, la caja, vacía ya de mí, continuaba llenándose de letras en una marea constante de pasos que se acercaban a depositar allí sus libros. Lo que otrora fuera la herramienta fundamental de mi acción, se convirtió en una instalación en marcha, en lo que los del mundillo del arte llamamos “work in progress”. Su fisonomía cambiante no sólo era el testigo de lo que allí había ocurrido, sino que adquiría el valor de una obra de arte colectiva que, a día de hoy, imagino, ya habrá sido desmantelada. Es el fin natural de aquello que ha nacido como efímero. Pero queda la documentación y, a todos los que contribuyeron a crear esa pieza les quedará su propia visión de los hechos: para algunos el gesto solidario, para otros la oportunidad de hacer limpieza en sus estanterías, unos pocos sentirán que ayudaron a salvar a una persona, y algunos se darán cuenta de que su gesto les convirtió en artistas. Ese es el prodigio, a mi modo de ver, del arte de nuestro tiempo.
Esta noche he soñado que dormía sobre un colchón de libros y al despertar no sabía dónde estaba.
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P.D.: Queridos Julián y Jesús, acabo de leer vuestra crónica/reportaje en Nexo.5 y sólo puedo responder con un gran aplauso; me habéis dejado sin palabras. Nuria, Sonia, me encantó vuestra visita, aunque no llegárais a tiempo para lanzarme un libro; Sevilla se iluminó con vuestros pasos.
GALERÍA DE FOTOS
PRIMER DÍA DE ENCIERRO
SEGUNDO DÍA DE ENCIERRO
TERCER DÍA DE ENCIERRO
En sucesivas entregas iré reuniendo aquí algunos de los vídeos que fueron grabados durante esta actuación.
26 comentarios:
BRA-VO.
los pelos de punta...
plas, plas, plas!
Qué envidia me das, sana, eso sí... ojalá hubieras estado más cerca para ir a verte y darte libros... Sé que todo es muy bonito, pero creo que 5000 libros en una ciudad de más de dos millones de habitantes, me parece un poco POCO... sinceramente podían haber llevado más libros...
De todas formas eres LA CAÑA... Lo mismo en estos días recibirás noticias mías...
besotes. Estefanía
Que eres la mejor ya lo sabía; que todo lo que haces, culturalmente, sale bien y es extraordinario, también. Me alegro de ser tu amigo, Paco
Gracias por vuestras palabras. Iré retocando este post cuando tenga tiempo para meter más fotitos.
Estefanía, lo de los 5.000 libros lo he puesto un poco a ojo, porque la verdad es que no los conté nada más que un par de veces al principio y luego me fue imposible llevar el cálculo exacto. Al final había montones de ellos y cuando salí de mi encierro la gente seguía llevando libros y preguntando por "la mushasha". El domingo, cuando me marché de allí, la caja contenía prácticamente el doble de libros que cuando salí de la urna. En fin, no es por disculpar a nadie, sólo por ser justa.
Un beso.
Qué orgullo siento desde mis genes, lloro y aplaudo, no has podido darme mas fuerza que tu genio y tu ilusión. Un beso.
Rafa.
Oh, Gracia! ¿Cómo agradecerte que hayas tenido un hueco para mi en tu blog? No sabía que con, tan solo hacer lo que me gusta, podía gustar tanto y yo sentirme tan bien. Ahora, al escuchar el vals, algo se mueve en mi mente, recordando aquellos, aunque escasos también intensos minutos en los que me iluminé de alegría. Te agradezco mil veces tu entusiasmo, ya que, repito, yo solo hacía lo que me gustaba.
La flautista
Hola Gracia, estuve charlando contigo un rato y te propuse que la proxima vez deberias de entrar con un portatil para que pudieran seguirte desde cualquier lugar. Te agradezco la opinion que me diste sobre aquellos que no leen: los que no pueden, los que no quieren y los que no saben. Un abrazo, CORRA.
Te adjunto enlace de mi blog:
www.ranaguay.blogspot.com
PD: He pedido tu amistad en el fesibuk.
Hola Gracia,entonces me parece bien... pero claro yo decía en una provincia con casi dos millones de habitantes... me parecía poco...
Muchos besos... Estefanía
Querida amiga de "La habitación sin párpados":
1-2-3, 1-2-3...
Fuiste el corazón de los álamos, el pulso de los adoquines olvidados por los días;
las oquedades repletas de silencios
de los que vagan, tal vez porque nadie tuvo para ellos otro verbo más digno.
(Y tú ahí,
repatiendo esquinas romas para espaldas rotas,
curando soledades con la tuya,
lamiendo heridas ajenas con sabor a tinta).
Fuiste dulzura para las ramas secas,
el alivio frente a los malos pronósticos,
la sutileza hecha paréntesis
en el que el tiempo -parado-
fue capaz de sentir que las horas son esas cenizas de limón
alojadas en la médula.
En mi médula.
Querida amiga de "la habitación sin párpados":
GRACIAS. Y muchos, muchos besos.
Fue un placer conocerte, reconocerte y abrazarte.
gracias por tu tiempo entregado ayer en las afueras.
pd: qué palabra de verificación tan bonita: cosinapa !!!
Eres "grande" en todos los sentidos, en horizontal, en vertical, a la derecha a la izquierda, hacia el Norte y hacia el Sur, hacia las palabras y hacia el silencio...
aún quedan muchos más,
pues en todos.
Un beso.
Bravo me siento feliz de ser tu madre,y...DE TENERTE DE NUEVO AQUI . besos
¡Ay!
Gracias a ti por todo, en breve te escribo y te mando el CD con las fotos, ahora ando liadísima... pero ya te contaré.
Hay un vacío enorme en Sevilla desde que os marchasteis.
Un beso en las manitas como cuando estabas en la jaula.
*
Madre mía, cuántas fotos. Cuánto color. La primera que encabeza esta bella historia de la "urna que salva" me encanta. Estas imágenes junto a este Shostakovich me pone contenta.
Beso retrasado
Hola Laurita
Enhorabuena GRACIA!!!
ZORIONAK!!!
El festival y en concreto tu performance, ha supuesto para mi un nuevo giro en mi concepción de la poesía que me ha llenado de ganas de hacer mil cosas.
MILA ESKER, MUCHAS GRACIAS
Hola Gracia.
Soy Candela. Fui a verte el jueves.
Me acerqué a tí y estuvimos hablando. De tí: Qué buscabas desde esa caja. Qué te estaba pareciendo la experiencia. Cómo estabas.
Tú te levantaste, te acercaste a mí, y me propusiste recitarme un poema. Intimista, te pedí yo. Me recitaste el libro de Ruth, y un poema que hablaba de él.
Luego me recitaste algo sobre Sísifo.
Yo te regalé un verso.
Para tí, aislada del mundo dentro del mundo, sería una experiencia más. Quizás una de tantas.
A mí me hiciste vivir la magia. Me hiciste sentir que la realidad, construida siempre de números y algoritmos (soy ingeniera) tiene como mejor parte una intangible, construída de sentimientos, de sensaciones, de miradas, de cuentos, que atrajiste hacia mí como un regalo.
Muchas gracias, poeta.
Besos de corazón.
Candela.
Querida Gracia, no he podido evitar que brotaran lágrimas en mis ojos al leer este bello resumen de lo que tuvo que ser una bella y dura experiencia. Cada vez que me asomaba por la Alameda para verte, sentía un gran respeto hacia una persona capaz de hacer lo que has hecho ( yo no podría). Admiro tu valentía y fué un placer hablar contigo y saludarte el día de tu liberación y ser testigo de la cantidad de libros que había y que siguieron llegando una vez liberada, que de estar dentro no hubierais cabido. Muchos besos y saludos. Espero volver a verte pronto, si no es en la feria del libro, en el próximo festival. Un beso y un abrazo.
Voy a redondear la cifra de 20 comentarios, que queda más bonito.
Yo estuve allí y doy fe de que fue algo grande, enhorabuena a pesar de la tardanza, ya sabes lo que me cuesta a mi esto de comentar.
Y gracias por la visita domadora.
Querida Gracia:
Somos una editorial casi desconocida que está empezando. Tenemos un proyecto convocado a través de nuestro blog (www.legadosediciones.blogspot.com) abierto a colaboraciones literarias de todo género. Te invitamos a participar en él. Nuestra intención es sacar un libro impreso con las colaboraciones como catálogo de presentación de muchos autores de internet. A los participantes se les regalará algunos ejemplares.
Por otro lado, necesitamos la mayor divulgación posible, ya que no disponemos de grandes posibilidades entre los medios de comunicación, por lo que internet y los blogs son vitales para la supervivencia de nuestro proyecto. Queremos ser una editorial de referencia para autores que empiezan y que no tengan que pagarse ellos la edición. Y para llegar al público y que compren nuestros libros, necesitamos difusión. Si puedes reseñar o mencionar alguno de nuestros libros o alguno de nuestros links, quedaremos agradecidos y abiertos a divulgar también tus trabajos.
Lo mismo ofrecemos a los lectores de tu blog.
Si este mensaje te ha parecido spam o publicidad no deseada, no es nuestra intención. Te pedimos disculpas, entenderemos que borres el comentario y no volveremos a molestarte. Pero ahora mismo es la única forma que tenemos de darnos a conocer.
Un cordial saludo,
Agustín Sánchez Antequera
Editor
www.legados.org
www.libreria.legados.org
www.legadosediciones.blogspot.com
hola Gracia, Soy Julia (alumna del Iart, nos diste varias clases en el módulo de Galerías de Alfonso este año).
He entrado hace un rato a http://bibliorios.blogspot.com/
que suelo frecuentarlo, y me he encontrado con esta performance tuya, qué bonita, me ha dejado alucinada... Y el destino final de esos libros no podía ser mejor: al Sahara. De verdad, magnífico.
Fue un placer escucharte en las clases, ya he leído algún libro que recomendaste.
Ahora que ya conozco tu blog te seguiré de cerca (ya te he linkado en el mío). Besos, y enhorabuena otra vez,
Julia.
Soy Miguel Vives, el joven que rescató a la silla inválida. Quiero escribirte sobre el desenlace del milagro antes de que el viento me agite nuevas hojas verdes.
En principio, mirando la silla a solas ví como estaba totalmente vencida de un modo desolador; ya renegada a su propio destino cruel. Me dió tanta lástima que la encontré hermosa y digna de amor; entonces pensé que ella no sería una simple silla y soñé en convertirla en actriz. Juntos correríamos las calles para representar una función en la que ella sería la protagonista y que se llamaría POBRESILLA. Quería que ella por una vez en la vida sintiera lo que una persona siente cuando se sienta. En la función dialogaría con ella, la animaría, me solidarizaría con sus huesos tallados, lloraría junto a ella y enjugaríamos nuestras lágrimas con risas; al final debería hacer que ella por vez primera y primera vez se sentara sobre una persona. Pero después, se me quitarón las ganas de hacerlo tal y como me vinieron, el significado de las cosas cambia con el ánimo como las estaciones, nosotros aprehendemos a permanecer pero realmente lo único que permanece es el cambio; así que por el momento pienso hacer algunas fotos de la silla frente a diferentes escaparates de tiendas de muebles; pobresilla, tan sola en este mundo que no entiende que su talla es de fina cahoba y su tapiz de terciopelo. Abandonada a su suerte y a un destino cruel; ya perdido el uso, nadie la quiere, nadie hecha de menos su acolchado respaldo y solo una montaña de basura reclama sus hastillas....¡¡¡pobresilla!!!
Arreglarla es posible pero me gusta más como está. Por el momento, me gusta hablar con ella de vez en cuando y animarla, que me cuente su historia para llorar juntos...en fín esta es mi puñetera historieta, mi pequeña pieza de puzzle.
Ojalá que nos volvamos a ver algún día.
Un coordial saludo!!
Miguel, ¡qué alegría tener noticias tuyas! Esto que me cuentas sobre tu Pobresilla me ha conmovido profundamente, espero que seas consciente de que ya por el mero hecho de haber pensado esas posibles acciones (aunque algunas, como esa obra de teatro callejera para actor y silla) sólo hayan cobrado forma en tu cabeza, digo, que ya únicamente con el hecho de haber tenido esas ideas y más aún desde el momento en que las has transmitido (aquí públicamente o a quien se lo hayas querido contar en tu entorno) YA HAS HECHO ARTE.
Ese es, para mí, el prodigio del arte conceptual, donde lo que cuenta es la idea; el cargar de nuevos significados los gestos y los objetos que, alejados de la mirada del artista no serían nada más que gestos u objetos cotidianos.
Recuerdo perfectamente la pena que me dio esa silla cuando la vi tirada en la Alameda y, horas después, la alegría que me dio verte pasar junto a mi mundo transparente llevando a hombros a aquella pobre inválida. Recuerdo haber pensado en ese instante que tenía frente a mí a un héroe o un artista, o a ambas cosas a la vez, porque no son incompatibles. Ahora sé que tenía razón: un artesano (a los cuales admiro también profundamente, vaya eso por delante) habría dedicado horas y horas de esfuerzo para dejar la silla como nueva y le habría devuelto por algún tiempo la dignidad que le confería la utilidad. Tú le has dado una dignidad distinta: la dignidad del arte. No sé si leerás este comentario, o si pasaste por aquí accidentalmente, pero de todas formas quiero expresarte públicamente mi agradecimiento por compartir ese arte conmigo mientras estaba encerrada y por traerlo a mi blog. Unas amigas mías que también frecuentan este Vals de los Elefantes, rescataron hace tiempo una silla menos malherida que la tuya y la dignificaron convirtiéndola en soporte de plantas y “hermana” de su gato. Puedes leer su historia aquí: http://rasca-cielos.blogspot.com/2008/04/la-silla-regia_27.htmlTienes razón, Miguel, ojalá volvamos a vernos algún día.
Luka, muchas gracias por tu visita, me alegra reencontrarme con alumnas de cursos pasados porque casi siempre tienen entre manos cosas interesantes. He entrado en tu blog y también me me ha gustado. Últimamente no tengo mucho tiempo para bloguear, pero te prometo visitarlo de vez en cuando. Estaremos en contacto.
Un beso.
Un saludo; soy Miguel Vives otra vez:
Gracia ¿no puedes ser más dulce aún? Que linda que eres ¡¡¡por favor!!!. Ser así debería de estar prohibido. Leo tu blog y tus enlaces desde el día que entré, claro que sí, es muy divertido hacerlo y se agradece muchisimo el amor y el tiempo con el que tallas cada unas de tus palabras.
Hoy se me ha ocurrido algo sobre como yo veo a los artistas, lo comparto con sumo gusto con todos vosotros, siendo esta mi humilde y sencilla visión de este tema algo nublado:
Me siento como un duende diminuto que vive en la frontera que existe entre la luz y la sombra. En ese mundo habito y mi arte es el arte del equilibrio porque mi habitat es un habitat incierto; difuso, nitido, a veces fugaz como un reflejo y a veces imposible como un capricho. Es una frontera incómoda. Es un lugar maldito pero si observas de cerca te percatarás de que en aquella división ignorada por los hombres hay a veces algunos duendes alborotadores que se divierten brincando y dando pases de claquet imposibles entre mirlos y risueñores; esos duendecillos somos los Artistas, ¿porqué no decirlo?. Hoy he bailado en aquella frontera y mi camino lo han marcado los arboles y el Sol, porque ellos mandan; hoy he danzado por las paredes con suma maestria, haciendo equilibrios imposibles para no ser absorbido por la negrura ni por la luz ardiente del Astro Rey; soy efimero como esta luz intangible que me alumbra desde el lejano cielo y mi reto es permanecer para averiguar las leyes que rigen el movimiento de las sombras.
Podría serguir narrando esa visión, pero no quiero aburriros.
Gracia sobre esas leyes que dominas me gustaría precisamente preguntarte en privado; porque emprender acciones se me plantea muy posible y acertado.
En fín no sé...sin pretender ser indiscreto adjunto mi dirección de correo electronico con la esperanza de mantener una conversación o un dialogo de forma más intima y libre.
Un coordial saludos a todos!!
email: miguelvivesalmansa@hotmail.com
Ay, Miguel, qué bonita tu visión de los artistas como duendes entre la luz y las sombras. Ahora mismo te escribo un mail.
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