Todos tratamos de mostrar en público el mejor de nuestros rostros, o al menos aquel que creemos que puede resultar más atractivo a los demás. Intentamos ser lo que creemos que los otros quieren que seamos, sin darnos cuenta de que a veces eso es sólo una forma de ocultar nuestros propios complejos bajo la máscara y el artificio.Pero, ¿qué ocurre cuando estamos a solas? ¿qué papel desempeñamos entonces? ¿somos capaces de despojarnos del disfraz y mirar a los ojos de ese yo que estamos ocultando, de todo lo que no nos gusta de nosotros mismos? y ¿qué hacer con esa voz que nos acusa y señala todos nuestros secretos?
“SELF” es una performance sobre el drama de la complejidad humana, sobre la propia incoherencia y el conflicto interior, con una invitación implícita a la catarsis del público que es impelido a intervenir soltando la mordaza del yo atormentado.

En su primera representación –el pasado sábado– dentro del festival “Poesía en Escena” organizado por el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes a través del Centro de Estudios de la Poesía de la Universidad Popular José Hierro, la tensión sobre las tablas fue tal que una espectadora subió al escenario e intervino para acabar con el sufrimiento de una de las performers; esta que os escribe.
Era la primera vez que colaboraba con la actriz Marta Ruiz de Viñaspre, cuya altura interpretativa (además de física, como se puede ver en las fotografías) fue, sin lugar a dudas, clave para que la actuación lograse su objetivo final: crear angustia, convidar a la reflexión y dejar en el aire una pregunta sin aparente respuesta: ¿quién es en realidad cada uno de nosotros?



Fotos: Nuria Ruiz de Viñaspre















No faltó de nada: ni las emocionadas lágrimas de la madrina durante la ceremonia –y de buena parte de los allí presentes, incluida esta Domadora, debo confesarlo–, ni la espada para cortar la tarta nupcial, ni el baile con los pies ya prácticamente al borde de la amputación y las corbatas empapadas en sudor. La boda de mi amiga Belén con Alexandre –que hasta el pasado sábado era para todos su novio portugués– tuvo, como manda la tradición, su sacramento, su banquete y su fiesta, pero no, no fue una boda como otra cualquiera.