

La tranquilidad nocturna de Guadalajara se llenó ayer de poesía con la segunda edición del recital Versos a Medianoche, organizado por el Patronato de Cultura del Ayuntamiento arriacense. Casi una quincena de poetas de todo pelaje y condición se dieron cita en la recoleta plaza del Carmen de la capital alcarreña y, como no podía ser de otra manera, la Domadora de Elefantes acudió al evento.


Para mi sorpresa, en contra de lo que suelen ser este tipo de publicaciones monstruosas que siempre me recuerdan al engendro de Frankenstein o a un collage mal acabado, el libro se muestra sobrio y bien estructurado en cuanto a maquetación y diseño, y en lo que respecta al contenido, salvo tristes y empobrecedoras excepciones, el nivel literario es razonable aunque dista mucho de la excelencia. En fin, una línea más para el currículum y otra ventanita a través de la que descubrir algún que otro elefante hermoso. Me pregunto si de entre todas las personas que recibirán el volumen de forma gratuita –es, por supuesto, una publicación no venal– habrá alguna persona que se tome la molestia de leerlo. Quiero decir, más allá de los propios poetas en él reflejados, que lo primero que hicimos fue mirarnos el ombligo para escrutar bien la posible existencia de errores o faltas bajo nuestra firma y que, una vez comprobado el buen estado de salud de nuestro trozo de criatura, ojeamos el resto del volumen deteniendo los ojos en uno u otro vecino de palabras, para después dejar que duerma el sueño de los justos, perdido entre otras piezas olvidadas de nuestra biblioteca.