domingo, 23 de marzo de 2008

De cómo me volví una mujer-árbol

Ya de niña mis padres se dieron cuenta de que andaba siempre a dos palmos del suelo, con la cabeza en las nubes y la mirada ávida de planetas sin nombre, conquistando mundos imaginarios. Deseaba viajar y lo hacía a través de los libros o de la mano de mi hermana a quien embarcaba en aventuras y juegos que llenaban las horas de nuestros días infantiles. En el colegio no encontraba mi sitio porque todo era estrecho, gris y oscuro y las niñas del patio no entendían mi vocación de ave encarcelada.

De tanto aletear llegué a creerme pájaro y a pensar que podía volar alto. Anhelaba encontrar una ventana abierta y escapar hacia arriba, zambullirme en el cielo de cabeza; sentirme sola y libre. Llegó la pubertad, la adolescencia, y todo parecía ir en mi contra. Igual que cualquier joven que se busca a sí mismo, yo intentaba encontrarme y culpaba a mi familia de ser una cadena, de tenerme enjaulada, de no dejarme ir. No era consciente entonces de que me equivocaba, de que si eran mis padres quienes me mantenían sujeta a la tierra no era porque ellos quisieran mutilarme, sino por culpa de mi esencia misma. Quería ser gaviota, y fui poeta-nube, me convertí en sirena por un tiempo, di vueltas y más vueltas buscando una certeza. Aún no lo sabía, pero había empezado a transformarme.

Con el paso del tiempo al amor de mi familia, del que no supe ni quise escaparme, se sumó el amor de mi pareja en un sentimiento fuerte que se volvió raíces he hizo que me creciera un tronco sano y firme que me mantiene a salvo en tiempos de tormenta. Más mi vista se alzaba aún hacia el cielo y me nacieron ramas largas y acogedoras para abrazar a los pájaros que iban acercándose a mi vida.

Hoy ya lo sé sin duda: soy un árbol. Mis amigos son aves que vienen y se marchan. Algunos se posan en mis ramas y anidan en ellas para permanecer y a esos les amo porque en parte son yo. Sigo creciendo y aspirando a tocar el firmamento, me dejo mecer por el viento, bailo al compás de la lluvia, me transformo con el paso de las estaciones. Permanencia y cambio; una y muchos; soledad acompañada; tumulto en la introspección. Así soy. Sed y lluvia, viento y tierra, humo y cerezas, domadora de elefantes que se alimentan de mi piel y mis hojas, poeta-nube, proyecto de gaviota, encantadora de gatos: mujer-árbol.


La fotografía fue tomada en mi recital de la Biblioteca Nacional (Madrid) dentro del ciclo "Poetas en Vivo", en febrero de 2004.


6 comentarios:

MRB dijo...

Qué linda analogía: ser árbol... sin duda, eres etérica, con los ojos puestos en las estrellas y los pies sobre la tierra. ¡Me ha encantado!
Shanty

nuria ruiz de viñaspre dijo...

Los árboles también crecen y crecen. Crecen hacia arriba, hacia el firmamento. Su frente clara se eleva con sed hacia el cielo, crecen altos y solos, pero hay tanta vida en sus ramas… No deciden, les deciden. Son pértiga que acoge pájaros descendidos de cansancio, gatos en divertido ascenso, elefantes que les trepan con su trompa. A tus pájaros se los lleva el viento en algunas épocas del año, y en ese tiempo de, quizá, más soledades, te preñas de nubes, te atas al tronco de tu cintura otros pájaros en forma de poemas que también echan el vuelo, aunque esta vez de tu mano, y hasta hay veces que te vistes embotellada para no perder tu raza. Parece tan determinante en ti tu destino de árbol, de tierra, que quizá por eso tambén creaste aquellos particulares elefantes de patas anchas para anclarse con la misma fortaleza que un tronco de árbol a la tierra de donde se alimentan. Una bella historia, sin duda. Supongo que en alguna ocasión has abrazado a un árbol, por lo que destilo que algo así sentirán aquellos pájaros-raíz que siempre en ti anidan y que te abrazan para no salir con un viento hacia otro lugar, estos otros que se sujetan de puntillas en tu rama y echan el vuelo al menor susurro de viento... el mundo está tan falto de árboles así… yo tengo uno en casa. Eres, deduzco, jaula abierta para los pájaros libres. Ellos deciden si permanecer o no. La foto lo dice, te rodean pequeños animalillos que se alimentan de tu savia. Me viene a la cabeza un texto hermosísimo de Borges y muy didáctico. Lo busco y lo pego, para que conste. Espero que te guste y se ajuste.

El árbol de los amigos

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino. Algunas recorren todo el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, mas otras apenas las vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.

Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro papá y nuestra mamá, nos muestra lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.

Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.

Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuándo no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.

Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies, cosquillitas a nuestro estómago, etc.

También existen aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca.

Hablando de cerca, no podemos olvidar a los amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre hoja y otra.

El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones.

Pero lo que nos deja más felices es darnos cuenta que aquellas que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.

Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Hoy y siempre... simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevaron mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada.

Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por causalidad.

Ostras, qué largura... lo siento para los que lleguen detrás, pero es obligatorio leer este Borges para poder diferenciarnos y colocar a cada uno en su sitio.

Gracia Iglesias dijo...

Gracias por el texto de Borges, no lo conocía, aunque tiene muchísimo que ver con este post. Me gusta.

Anónimo dijo...

Estupenda metafora que has utiliza-
do para enlazar tu vida a la de un árbol. Espero ser un pájaro para poder quedarme entre tus ramas y disfrutar de tus escritos y proyectos, y seguirte como un aventurero de la palabra, que busca adornar su vida con aven-tureros y aventureras como tu. En la vida son muy importantes la familia como tu bien has dicho y sin ella no podríamos a ver dado los primeros pasos, a ellos les debemos mucho. Ha tocar el firmamento podría ayudarte, pues soy un gran amante de la astronomía, y a las estrellas canto a veces, poemas escritos junto a mi telescopio fiel en las frias y calidas aguas de las playas que se prestan a ser encendidas con la luz de las estrellas. En la última parte has reflejado muy bien lo que los amantes del arte y la cultura somos: Sed y lluvia, viento y tierra, humo y cerezas....podría añadir más, pero este articulo es tuyo y me debo a él.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hola, soy Carmen Camacho, de Sevilla, pero no la poetisa. Soy la contadora de cuentos infantiles. Me he pasado a conocer tu blog, y no podía pasar de largo, sin comentarte nada. Gracias por desvelar tu verdadera identidad, es difícil decirlo a boca llena. Ojalá aceptes que algún día mi vuelo descanse sobre tus ramas. Un saludo, domadora de elefantes.

Anónimo dijo...

Hola soy Jojo de Militeraturas,-el que no le gusta la venus de Willendorf- para más señas.Estoy visitándote y me parece un lugar elegante.Me interesa tu faceta de creadora de poesia perfo-visual. Hay una actitud en tu trabajo muy sugestiva.Derrochas un universo imaginativo, abierto y poético.Una EXPRESIÓN DESCUBIERTA dificil de encontrar en una artista, e incluso te diria, en algunas mujeres. Me recuerdas a la bailarina Sol Picó, que siempre me emociona, justo por esa entrega en el gesto.También en Pipilotti,(de la que ambos somos admiradores).Bueno sólo me baso en las fotografias que puedo ver.Sospecho que en directo eso de lo que hablo, se transfiere más.
Saludos.