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sábado, 19 de febrero de 2011

Primera ardilla

Ayer, cruzado el ecuador de este mes de febrero caprichoso, vi el cadáver de la primera ardilla.

Son las ardillas muertas y no las golondrinas
las que anuncian que se acaba el invierno.
Son sus cuerpos castaños aplastados contra la carretera,
sus largas colas selladas al asfalto,
su amasijo de pelo y sangre seca y no las blancas barbas del almendro
los heraldos certeros del final de los fríos.
La primavera está en sus cuerpos rotos
y se extiende veloz por todo el mapa
con los restos de ardilla que ahora viajan pegados
a las ruedas de un coche.


Del libro Gritos verticales (Cangrejo Pistolero Ed., 2010)

4 comentarios:

  1. ¡Muy bueno, Gracia! Voy a hacerme con él.
    Enhorabuena otra vez.

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  2. No sé, leyendo tu poema, me recordó al cruel mes de abril, de Eliot. Es una imagen escalofriante y, te pregunto, si tiene otras lecturas para ti.

    Un saludo cariñoso.

    Miguel

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  3. Efectivamente, es un poema en el que pretendía dar un toque escalofriante a la primavera, tantas veces asociada con el renacer y la belleza. Siempre me ha atraído la relación de "Lo bello y lo siniestro" (citando a Eugenio Trías). No tenía en mente a Eliot cuando lo escribí, pero ahora que lo mencionas, sí, tiene algo que ver. Y precisamente este año he sentido a abril más cruel que nunca.
    Gracias por visitar el blog y por tus comentarios.
    Un saludo.

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