viernes, 28 de marzo de 2008

Malikian y Co.

Ayer asistí con mi marido a un concierto de Ara Malikian con el cuarteto PaGAGnini, que reúne en un mismo espectáculo música y humor, a partir de la fusión de temas clásicos reinterpretados, distintos estilos musicales y la comicidad mímica del grupo de teatro Yllana. Es la tercera vez que veo actuar en directo al violinista libanés en los tres meses que llevamos de año y he de decir, aunque pueda parecer una exageración, que me he propuesto asistir a cuantos conciertos suyos me sea posible, tanto en mi ciudad como en otras que queden cercanas o en las que me encuentre de paso.

Confieso que el entusiasmo que despierta en mí este músico se debe fundamentalmente a Pedro, que desde hace muchos años admira su destreza técnica, su pasión y su forma de hacer llegar a todo el mundo lo que de manera un poco petulante algunos denominan como “música culta”. Malikian no es sólo un maestro del violín que con doce años ya ofrecía complejos recitales, sino un showman en toda regla que se entrega sobre el escenario y contacta fuertemente con el público, porque disfruta con lo que hace de tal manera que con cada nota que arranca de su instrumento –al que ataca con un arco atormentado– genera una especie de electricidad que trasciende lo musical y llega directamente al corazón en un sentido más físico que romántico.

Ya sea interpretando a Sarasate en solitario –acompañado únicamente por un piano– con una intensa y ardiente demostración de virtuosismo; o haciendo piruetas, muecas y pasos casi acrobáticos junto a otros músicos frente a una escenografía colorista, para acercar a los niños sus primeras Cuatro Estaciones de Vivaldi, Malikian hace de su personal modo tocar una garantía de éxito y logra sinceras ovaciones de plateas siempre abarrotadas.

Con PaGAGnini la locura de Ara alcanza cotas inesperadas, gracias a la compañía de otros tres músicos —Thomas Potiron, Eduardo Ortega y Gartxot— que no se quedan a la zaga de su capacidad para tocar de forma prodigiosa mientras coreografían, literalmente, cada una de las piezas. ¿Acaso es sencillo pasar de Boccherini al country sin solución de continuidad entre contorsiones, guiños gestuales y carreras por las tablas? Blues, tango, aires flamencos, y rock, unidos con humor a Sarasate, a Mozart, a Falla y a Vivaldi. De los Caprichos de Paganini a la Vida Alegre, llegando incluso a parodiar de forma inteligente la música contemporánea con una pieza para sexteto inventada por ellos y para la que requirieron la participación de dos espectadores elegidos entre bromas musicales, cuya labor era puntualizar los lamentos de los tres violines y del violoncelo con el clamor de un cencerro y el chillido de un patito de goma.

Para participar en ese número los músicos escogieron deliberadamente a una chica que a partir de entonces se convirtió en el objeto de los delirios amorosos de uno de los intérpretes (Thomas Potiron) que, entre pieza y pieza le gritaba declaraciones de amor en francés, hasta que se arrancó a cantar “La Javanaise” de Serge Gainsbourg, primero en solitario y luego arropado por el resto del grupo.

En resumen, un desconcierto —así lo llaman ellos mismos— que en algunos momentos
como en la interpretación que Eduardo Ortega hizo del Canon de Pachelbel con un violín eléctrico ––en la que por obra y gracia de los pedales y las distorsiones fue capaz, él solo de mezclarlo con trozos de "With or without you” de U2­–, llegó a parecerse, por al despliegue de un buen concierto de rock.

Sin duda, lo recomiendo a todo el mundo.

martes, 25 de marzo de 2008

Gretel

Hubo otro tiempo en el que tuve voz
me amaban
sí, me amaban
me amaban y yo amaba con las alas abiertas
orgullosa del viento que cantaba mi nombre.
Era otro tiempo.
Un pasado de arena que ahora anega mis ojos
cuando intento ponerte la etiqueta
que me ayude a saber si tú…
si fuiste tú o acaso…

Sólo arranco papeles amarillos.
Pequeños y cuadrados papeles amarillos
como guijarros.
Un sendero de pistas para saber quién soy
y quién es esta gente de mirada vidriosa
que pregunta

pregunta

me pregunta
sin que yo sepa donde se encuentra la respuesta.

Me llaman madre y eso no es posible.
Me empujan y me traen
y este sendero
de notitas pegadas a las cosas
no conduce a la casa de la bruja
ni me lleva hasta Hansel
ni me dice quién soy
qué soy
quién eres.

Poema de Gracia Iglesias que formará parte del libro "La mujer rota" que prepara Literalia Editores para su publicación en 2008 durante el centenario del nacimiento de Simone de Beauvoir, y en homenaje a las mujeres rotas del mundo.

domingo, 23 de marzo de 2008

De cómo me volví una mujer-árbol

Ya de niña mis padres se dieron cuenta de que andaba siempre a dos palmos del suelo, con la cabeza en las nubes y la mirada ávida de planetas sin nombre, conquistando mundos imaginarios. Deseaba viajar y lo hacía a través de los libros o de la mano de mi hermana a quien embarcaba en aventuras y juegos que llenaban las horas de nuestros días infantiles. En el colegio no encontraba mi sitio porque todo era estrecho, gris y oscuro y las niñas del patio no entendían mi vocación de ave encarcelada.

De tanto aletear llegué a creerme pájaro y a pensar que podía volar alto. Anhelaba encontrar una ventana abierta y escapar hacia arriba, zambullirme en el cielo de cabeza; sentirme sola y libre. Llegó la pubertad, la adolescencia, y todo parecía ir en mi contra. Igual que cualquier joven que se busca a sí mismo, yo intentaba encontrarme y culpaba a mi familia de ser una cadena, de tenerme enjaulada, de no dejarme ir. No era consciente entonces de que me equivocaba, de que si eran mis padres quienes me mantenían sujeta a la tierra no era porque ellos quisieran mutilarme, sino por culpa de mi esencia misma. Quería ser gaviota, y fui poeta-nube, me convertí en sirena por un tiempo, di vueltas y más vueltas buscando una certeza. Aún no lo sabía, pero había empezado a transformarme.

Con el paso del tiempo al amor de mi familia, del que no supe ni quise escaparme, se sumó el amor de mi pareja en un sentimiento fuerte que se volvió raíces he hizo que me creciera un tronco sano y firme que me mantiene a salvo en tiempos de tormenta. Más mi vista se alzaba aún hacia el cielo y me nacieron ramas largas y acogedoras para abrazar a los pájaros que iban acercándose a mi vida.

Hoy ya lo sé sin duda: soy un árbol. Mis amigos son aves que vienen y se marchan. Algunos se posan en mis ramas y anidan en ellas para permanecer y a esos les amo porque en parte son yo. Sigo creciendo y aspirando a tocar el firmamento, me dejo mecer por el viento, bailo al compás de la lluvia, me transformo con el paso de las estaciones. Permanencia y cambio; una y muchos; soledad acompañada; tumulto en la introspección. Así soy. Sed y lluvia, viento y tierra, humo y cerezas, domadora de elefantes que se alimentan de mi piel y mis hojas, poeta-nube, proyecto de gaviota, encantadora de gatos: mujer-árbol.


La fotografía fue tomada en mi recital de la Biblioteca Nacional (Madrid) dentro del ciclo "Poetas en Vivo", en febrero de 2004.


martes, 18 de marzo de 2008

Al recorrer la sed

Acabo de sumergirme de cabeza en el pinar que hay junto a Walpurgis como no lo hacía en varios meses, y he regresado agotada, con los pulmones llenos y las manos ardiendo. En realidad es algo que no había previsto. Sólo salí a despejarme después de comer, tras haber pasado toda la mañana peleando con cifras y fórmulas en un terreno que me resulta de lo más hostil, pero en cuanto di los primeros pasos fuera de mi casa me di cuenta de que lo que realmente deseaba era echar a rodar. Como se había hecho un poco tarde no tomé mi ruta habitual, a sabiendas de que no estoy en plena forma y consciente de que el recorrido es ligeramente complicado. “Una vuelta pequeña”, me dije, mientras me lanzaba a toda velocidad con la bicicleta hacia el camino que lleva a una urbanización cercana; más mi voluntad, a veces, es sólo el pensamiento de un segundo.

Sin saber bien porqué, vinieron a mi cabeza los versos de un poema-perfume de mi amigo Luis Mandrágora: “Al recorrer la sed / en dirección contraria / he visto por qué empieza tu desnudo / también cómo comienza mi deseo”. Entonces, como si algo mucho más poderoso que yo me arrastrase, he tomado un sendero que me conducía al bosque, siguiendo exactamente el itinerario que había decidido no abordar, pero en sentido contrario.

No sólo el esfuerzo era menor, por convertirse en cuesta abajo los muchos tramos que de la otra forma son cuesta arriba, sino que descubrí que cada uno de los lugares que creía tan familiares se habían convertido en paisajes completamente distintos, vistos desde mi nueva perspectiva.

“Al recorrer la sed en dirección contraria…”

El sol besando suavemente las ramas de los árboles en su último susurro; el lugar donde un día encontré una ardilla muerta, como dormida de frío, entre los surcos dejados por una enorme rueda; esa especie de vaguada en medio del camino donde se encharca el agua que fluye bajo el suelo hasta una alberca cercana; ese rincón donde las zarzamoras son tan dulces y oscuras cuando acaba el verano… todo igual, y todo diferente: incluso los olores y sonidos me parecían nuevos.
Hoy he aprendido una lección valiosa, aunque sé que en el fondo lo he sabido siempre: sólo me hacía falta cambiar el punto de vista.

sábado, 15 de marzo de 2008

Vídeo de La Revuelta Sureña

He aquí un buen resumen de lo que fue el I Festival de Perfopoesía de Sevilla. La Revuelta Sureña.
Por cortesía del inimitable Yellow Pink.

jueves, 13 de marzo de 2008

La vista atrás - II

Continúo recordando algunas actuaciones que realicé en público antes de crear este blog en esta especie de memorias visuales que llamo "la vista atrás".

Las imágenes que vienen a continuación pertenecen a la performance que cree para la exposición "Vuelo Líquido" del pintor José Agulló y que tuvo lugar en la Sala Martín Chirino de San Sebastían de los Reyes el 12 de mayo de 2006.




El agua era el elemento fundamental de la acción, por su capacidad para destruír y dar vida. La performance se estructuraba en tres partes:

sufrimiento y muerte





crísis-resurrección


transformación y libertad


El sonido de un audio creado para esta actuación y de mi propia respiración ayudaba a puntualizar cada acto.

FOTOS: PEDRO A. GARCÍA CHAIN

martes, 11 de marzo de 2008

No queda más remedio que el recuerdo

Madrid, 11 de marzo de 2004; lágrimas tras la barbarie terrorista.
Como todos los poetas que conozco sólo pude hacer con mi amargura un puño de palabras para secar mis ojos.

LISTA DE ZAPATOS VACANTES

Hoy la ciudad destila dolor blanco,
…Nuria Aparicio…
anónimo y espeso
…Mujer morena, de 30 a 35, sin identificar…
cotidiano a la fuerza centrífuga del día
…Alberto Arenas…
estrangulado y turbio.
…mi padre…
Algunos hombres duermen su vacío en silencio, a un metro de la lluvia,
…María Pilar Cabrejas…
pero yo sé que hay gente en sacos negros
…Miguel de Luna…
con una pegatina en el tobillo
…varón, un metro ochenta, sin tatuajes, sin documentación…
en un almacén lleno de pedazos humanos.
…Sara Encinas…
Hoy la ciudad entera es una morgue
…mis amigos…
y un amasijo líquido de rabia.
…joven desfigurado, vestía camiseta, zapatillas y pantalón vaquero…
Hoy cuesta respirar
…Javier Garrote…
cuesta moverse
…Pedro Hermida Martín…
con el duelo enlazado a la garganta
…Cristina López Ramos…
cuesta existir de nuevo uno por uno
…Miriam Melguizo…
uno sin uno
…María Teresa Mora…
uno sin cien, ciento cincuenta…
…mi hermano…
doscientos nombres buenos
… Ismael Nogales…
cuesta nacerse al día y caminar
…Juan Francisco Pastor…
sabiendo que ahora quedan cuatrocientos zapatos
… mi pequeña…
que ya no andarán nunca.

domingo, 9 de marzo de 2008

Interferencias

Voy en el coche y como ocupo el lugar de copiloto me permito el lujo de posar la mirada en el parabrisas sobre el que se dibujan las pequeñas pisadas de un gato. Sé perfectamente a quién pertenecen y en un parpadeo me pongo a imaginarla con sus bigotes blancos y su diminuta nariz negra, como un botón o la huella indudable del delito de haber estado husmeando en un tintero.

Cuando la conocí hace algunos meses no tenía ni nombre ni futuro y ahora forma parte de mi vida de tal modo que en esta familiaridad de sus patitas marcadas sobre el polvo de la ventana sucia me permito viajar hacia delante y hacia atrás en el tiempo y el espacio.

Pienso en la gata, pero su imagen se funde con flashes desvaídos de la dura semana de trabajo que dejo tras de mí, marcada por la decepción de la censura y el cansancio de alguna jornada más larga de lo debido. Pero sin darme cuenta los fotogramas cambian: ya no estoy en la brega entre políticos y periodistas, sino mirando fijamente un tesoro intangible, una ilusión antigua que por fin está a punto de cumplirse, una promesa tan frágil que me da miedo nombrar. Sostengo entre las manos de mi mente la instantánea de eso que es aún arena; realidad quebradiza, casi un sueño.

El coche se detiene y a través de las huellas veo que hemos llegado a Madrid. Visitas. Familia. Mis dedos se mueren por seguir escribiendo con la imaginación, pero no es hora.

martes, 4 de marzo de 2008

La vista atrás - I

Una vez recuperado el ritmo del Vals, creo que ha llegado el momento de hacer un poco de retrospectiva y pasear la vista por algunos espectáculos que tuvieron lugar antes de que La Domadora de Elefantes naufragara en la blogosfera.

Para empezar un recuerdo del momento en el que, antes de ser quien es (o, lo que es lo mismo, antes de enfundarse la máscara y bailar al ritmo de Shostakovich), se convirtió en cerezo con ayuda del pintor José Manuel Rodríguez de Córdoba, que ha ilustrado la portada de mis dos últimos libros.



Fue en la galería Catarsis de arte contemporáneo
(c/ Santa María, 15 – Madrid)
el día 27 de octubre de 2005.

Después de esto me estuve sacando pintura roja del cuerpo durante una semana entera.